La Usina
Este tipo de edificios se identifican con la arquitectura funcionalista o funcionalista inglesa debido a su vínculo con la actividad industrial. Sin embargo, en el caso de la ex usina de Corrientes, se observan elementos de estilo académico, más asociados al período Neoclasicista, especialmente en su fachada. El lenguaje utilizado en su construcción fue predominantemente académico, mientras que su funcionalidad se ajustaba a los equipos que albergaba en su interior. Estos edificios de gran altura estaban diseñados específicamente para albergar tales equipamientos. La construcción de la usina tuvo lugar aproximadamente en la década de 1910, aunque no fue la primera de la ciudad de Corrientes, ya que hubo una anterior ubicada en la esquina de las calles Mendoza y Costanera, en el área actualmente ocupada por el puerto.
La usina, que abastecía de energía a la capital y a otras ciudades cercanas, utilizaba carbón como fuente de alimentación, lo que se refleja en su estructura metálica y en el puente elevado que la caracteriza. Su ubicación original estaba en una zona ribereña, antes de la existencia de la costanera General San Martín, la cual se construyó entre las décadas de 1930 y 1940.
En cuanto a la construcción de la usina, fue llevada a cabo por la empresa privada Usina Eléctrica Corrientes, posiblemente con capital italiano, aunque esta información no es confirmada. La influencia de constructores italianos en Argentina desde finales del siglo XIX es destacada, así como la contribución de alemanes en la introducción del hormigón armado en el país.
La durabilidad de este tipo de edificaciones se atribuye a la calidad constructiva, la estabilidad y la excelencia en la ejecución de los constructores extranjeros, quienes tenían en mente la longevidad de las obras.
Respecto a la reutilización cultural de la ex Usina de Corrientes, se destaca su potencial para albergar eventos como ArteCo y la Feria del Libro Provincial. La estabilidad estructural del edificio lo hace adecuado para tales fines, y se sugiere que, dado su potencial, el Estado podría considerar adquirir el terreno y destinarlo a actividades culturales, satisfaciendo así una demanda de un gran centro cultural en Corrientes, donde se puedan llevar a cabo una variedad de eventos y presentaciones.